Fotografía de Guadalupe Gómez Salas
Andrés Trapiello, en uno de los, como a el gusta llamarlos, asientos de su blog Hemeroflexia, escribía sobre gatos y se acordaba de sus admirados Rafael Sánchez Ferlosio y Keats.
De Sánchez Ferlosio refería estos dos pecios:
UN ALMA BUENA. Mi padre [Rafael Sánchez Mazas] me contó cómo yendo una vez en un metro atestado hasta el extremo humanamente posible de apreturas, sus ojos se encontraron con los de un cura pequeñito que venía al lado de él, aún más agobiado y sudoroso que todos los demás a causa de la inferioridad de la estatura, y que mirándole con una sonrisa llena de dulzura y de soportación le dijo: “Así cupiéramos en el paraíso”. Aquel corazón piadoso estaba dispuesto a aceptar que la Eterna Bienaventuranza fuese un lugar tan oprimente e incómodo como aquel vagón de metro con tal de que todos los hombres se salvaran.
PAISAJE PARA DEMETRIA. Por el lomo de la alta pared del huerto coronada con cascotes de botella venía andando esta tarde un gatito, sin cortarse.
Y reproducía un poema de Keats "Al gato de la señora Reynolds", de asombroso parecido al pecio anterior:
Has pasado ya, gato, el climaterio:
en tantos años, ¿cuántos ratones, cuántas ratas
destruiste? ¿Cuántos bocados tú robaste? Mírame
con esas verdes, luminosas, lánguidas hendiduras, y aguza
esas orejas aterciopeladas –mas te ruego no claves
en mí tus escondidas uñas–, y lanza al aire
tu ligero maullido, y cuéntame tus duelos
con peces y ratones y ratas y polluelos fragilísimos.
No bajes la mirada, ni lamas esas delicadas patas.
A pesar de tu asma jadeante, a pesar
de que el extremo de tu cola esté pelado, aunque los puños
de bastantes criadas ya te dieron bastante,
tienes aún tan suave tu pelaje como cuando saltabas
en tus tiempos las tapias con cristales de botellas.
(Traducción de Lorenzo Olivan. Ed. Pre-Textos)
Y Andrés Trapiello daba las gracias entre otros:
a nuestro admirado Rafael Sánchez Ferlosio,
a nuestro admirado Rafael Sánchez Mazas,
al cura del metro,
a nuestra querida Demetria,
al gatito extremeño de los erizados cascotes de botella,
al gato de la señora Reynolds y a la señora Reynolds
a nuestro siempre amado John Keats
Y desde aquí, quizás más prosaicos, pero no menos ingenuos, recordamos al gatito famoso del chiste cuando los gatos mayores le invitan a ir de fiesta.
Recordamos al amigo monroyego que cuando otro amigo, también de Monroy, se admiraba de la destreza y la elegancia de los gatos al pasear por los aleros de los tejados de la plaza, aquél se extrañaba del que el otro se admirase y le respondía que de toda la vida de Dios los gatos habían andado así por los tejados.
Y recordamos un refrán, extremeño por cierto, que viene aquí como anillo al dedo, dicho en monroyego viene aquí "ello por ello".
¿Cuál es el sitio más fresco de la aldea? Donde el cura se pasea
¿Cuál es el sitio mas caliente de la casa? Donde el gato descansa.
Por tanto de todo lo anterior se infiere que los curas y los gatos son los seres más sensatos.
Por cierto, cuenta Rafael Sánchez Ferlosio, que los de Coria cuando se refieren a los asuntos de otros que no comprenden o que no les interesan dicen que eso son cosas "de ellos y ellos"