viernes, 25 de noviembre de 2011

TRESCIENTOS AÑOS ALMACENANDO LIBROS















La Biblioteca Nacional, cuya creación fue aprobada el 29 de diciembre de 1711 por Felipe V, cumplirá en los próximos días 300 años de una vida cuyo origen se remonta a los incunables, raros y prohibidos que reunió en vida su primer director, Juan de Ferreras (1652-1735), párroco de La Bañeza (León).
Abierta el 1 de marzo de 1712, la entonces Real Biblioteca Pública tuvo como primer director a Ferreras, quien hizo acopio de numerosos libros en el extranjero burlando incluso la mano censora de la Inquisición, y en los cuales se encuentra la raíz documental de la que, con el paso del tiempo, se denominó Biblioteca Nacional.
Así lo ha explicado el director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco, quien ha añadido que este párroco fue también cofundador de la Real Academia de la Lengua, en la que ocupaba el sillón de la letra B.
Juan de Ferreras y García fue un religioso y erudito, cuyo origen judío le obligó a estudiar en numerosas universidades y a vivir en diferentes ciudades debido a las persecuciones de la Inquisición, lo cual no le impidió llegar a la Corte, ni ser el primer director de la antigua Biblioteca Real desde 1715 hasta su muerte, en 1735.
Blanco ha explicado que el origen "judío o converso" de este hombre se intuye porque, a pesar de alcanzar grandes responsabilidades en su vida, sus ascensos siempre tenían "cierto límite".
No obtuvo el título de doctor ni tampoco pudo ser obispo. Fue confesor y confidente del rey y del resto de la Corte sin lograr la mitra, lo que sólo se explica atendiendo a que en esa época, determinados cargos o desempeños exigían pruebas de limpieza de sangre que el origen judío de Juan de Ferreras le negaba.
A pesar de ello, fue un hombre "muy poderoso", lo que hizo que fuese a su vez respetado y odiado, ha precisado el director general del Libro.
Reputado como sabio e instruido, fue también odiado al promover una serie de planteamientos muy modernos para la época, tales como la petición del ascenso social no por razones de cuna, y la desaparición de la Inquisición, que lo persiguió varias veces a lo largo de su vida.
Precisamente burlando a la Inquisición, Juan de Ferreras adquiría incunables raros y prohibidos de todas las partes del mundo, que llenaron las primeras estanterías de la Real Biblioteca Pública, que aún conserva muchos de esos documentos 300 años más tarde, ha informado Blanco.
Fue ya en ese origen de la Biblioteca Nacional cuando se dispuso, por un privilegio real, que los impresores debían depositar un ejemplar de cada uno de los libros que se imprimían en España.
Esta ordenanza, que posteriormente dio paso al actual depósito legal, es lo que ha hecho que la Biblioteca Nacional esté considerada ahora la cuarta más rica del mundo, puesto que es "un gran depósito" de documentos audiovisuales, gráficos, escritos y musicales, en todos los soportes que existen, que constituye la identidad cultural de España.
La Biblioteca Nacional celebra sus tres siglos de historia a partir del próximo 13 de diciembre, cuando arrancará un año de conmemoraciones que terminará a finales de 2012 con una reunión internacional de hispanistas.

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