jueves, 14 de junio de 2012

JOAQUIN CARVALLO

No menos interesante fue el nombre que encontré en una de esas guías de viaje de los Castillos del Loira, el de Villandry, del que se dice posee los jardines más bellos de Francia, de los que fue artífice Joaquín Carvallo, que resultó ser un médico que había nacido en 1869 en Don Benito (Badajoz). ¿Cómo fue a parar este dombenitense a Francia y sobre todo cómo se convirtió en dueño de uno de los castillos más bellos y con los mejores jardines, junto al río Cher, uno de los afluentes del Loira? Esta es una de esas historias de esfuerzo y tesón e inteligencia, que son tan habituales entre las gentes de esta tierra. Tras la muerte de su madre y posteriormente de su padre, los ocho hermanos se encontraron en una situación muy difícil. Joaquín, tras estudiar medicina en Madrid, se marcha a París a trabajar con el doctor Richet, una eminencia que ganaría en 1913 el premio Nóbel de medicina. Allí se encontró con una becaria, Ann Coleman, una norteamericana, heredera de un imperio siderúrgico, con la que discutía ardientemente sobre la guerra que en esos momentos enfrentaba a Estados Unidos y España, y que acabaría con el desastre de 1898, y la pérdida de Cuba, Filipinas y Guam en manos de los Estados Unidos. Pero las disputas acabarían en matrimonio. Y con tres hijos y una gran fortuna, buscaron algún lugar en el que vivir fuera de París, en una vivienda, lo suficientemente amplia como para poder colgar los cuadros y estatuas, de los grandes artistas españoles, que Joaquín había ido adquiriendo. Entre ellos, evidentemente, algunos del genio de Fuente de Cantos, Zurbarán, pero también de Berruguete, Alonso Cano, o Juan de Arellano entre otros. Joaquín siguió mirando hacia España y tras comprar el castillo de Villandry, muy deteriorado, por 120.000 francos a un farmacéutico local, lo restauró, y para los jardines contrató a dos andaluces Antonio Lozano y Javier de Winthuysen, que le dieron el carácter sureño español y morisco, que lo hace diferente. El Jardín, tiene cuatro temas diferentes ; El amor en sus cuatro aspectos; amor tierno, amor apasionado, amor infiel y el amor trágico. El agua, las hierbas aromáticas y medicinales, y el huerto. Hombre muy religioso, se inspiró en los huertos monacales, dotándolo de colores llamativos (Calabazas, lombardas, remolachas…) En la primera guerra mundial acogió en él a los soldados heridos, mientras volvía a ejercer de médico. No sería lo único español del castillo. Los artesonados mudéjares de Toledo, y los antiguos muebles de origen extremeño, nos muestran que su alma pese a estar su cuerpo en Francia, se encontraba más abajo de los Pirineos. Carmelo Arribas Pérez

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