Ayer se fallaron los premios Michelín para la
península Ibérica, Quique Dacosta, cocinero nacido en 1972 en Jarandilla de
la Vera, Cáceres, ha entrado en el olimpo de la restauración mundial, ha
obtenido el máximo galardón: las míticas tres estrellas Michelín.
Actualmente en España sólo hay siete
restaurantes catalogados con la máxima distinción de tres estrellas.
Atrio sigue, un año más, entre los mejores y
conserva sus dos estrellas.
Quique Dacosta a los 14 años viajó a Denia para encontrarse
con su madre, donde reside y
desarrolla su arte en los fogones, en el Quique Dacosta Restaurante fundado en
1981.
En
Madrid Fusion se hacen eco del sobrenombre que se le adjudica desde las
publicaciones Francesas a Quique Dacosta: “Si en Francia le han llamado el brujo, por algo será. Cocinero cerebral
y sensible que ha conseguido trazar su propia evolución hacia la cima de la
cocina española, basándose en una interpretación personal de los conceptos que
marcan la inspiración culinaria. Sus platos emocionan y sorprenden. Su figura
no hace sino acrecentarse día tras día. Un "crack" que sigue en
ascenso”
Quique Dacosta, ver su blog, donde reproduce la siguiente entrevista en el Magazine:
Se crió con dos madres. La que lo parió con sólo 14 años –un amor furtivo que despertó en el patio del colegio. El padre tenía 15 años– y la abuela, con quien se fue a vivir porque a la otra le faltaban manos para atenderlo a él y al llorón del hermano pequeño, que llegó poco después-
Se crió con dos madres. La que lo parió con sólo 14 años –un amor furtivo que despertó en el patio del colegio. El padre tenía 15 años– y la abuela, con quien se fue a vivir porque a la otra le faltaban manos para atenderlo a él y al llorón del hermano pequeño, que llegó poco después-
Recuerda Dacosta que estuvo bien crecer en ese universo
femenino. La abuela, la madre, las dos tías. Y que la figura de su abuelo, que
a él lo adoraba aunque le exigía mucho, fue también crucial. Cuenta que su
madre tuvo la valentía de dejar Jarandilla de la Vera, el pueblo extremeño
donde nacieron, y empezar una nueva vida. “Primero se fue a trabajar a Madrid y
luego a Dénia”. Hasta allí se marchó Quique Dacosta con 14 añitos, la misma
edad en que su madre lo tuvo a él.
Dejó atrás el mundo de los abuelos, un montón de recuerdos
–siempre en torno a una mesa, ya fuera rajando aceitunas, cosiendo pimientos o
desmenuzando el pan para preparar las migas–. “Mi madre empezó a ejercer más de
madre cuando me fui con ella a Dénia. Intentó por todos los medios que olvidara
la idea de hacerme cocinero, porque ella trabajaba en el mundo de la hostelería
y sabía lo duro que era. Pero no hubo manera. Y es que esa vocación, como la de
los futbolistas o los toreros, asoma muy temprano”.
“Todas las mujeres
que yo he conocido han sido fuertes. Y también en el aspecto físico. Que no me
hablen a mí de que las mujeres no tienen fuerza. En el establecimiento que Quique Dacosta acaba de abrir en Valencia mandan las mujeres, y no conozco otro equipo tan eficiente; es el
único modelo de equipo que exportaría adonde fuera”.
Cree haber aprendido del
mundo femenino la prudencia, la sensibilidad, la capacidad reflexiva y
analítica. “Tal vez es que yo he sido muy impulsivo”.
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